Narcolepsia | Psicólogo Lugo

La narcolepsia es un trastorno neurológico del sueño de carácter crónico caracterizado por una alteración de la regulación del sueño-vigilia y por una excesiva somnolencia diurna. Se trata de una enfermedad poco frecuente (la padece un  0,1% de la población) y se suele diagnosticar entre los 7 y los 25 años.

Es frecuente que las personas que sufren este trastorno sean tachadas de vagas y perezosas, nada más lejos de la realidad (ya sabéis, la ignorancia de la gente y la tendencia a echar la lengua a pacer…). Lo que sí es cierto es que esta enfermedad interfiere de una forma muy significativa en la vida de las personas que la padecen: problemas académicos-profesionales-laborares derivados de la hipersomnolencia y alto riesgo de caídas y accidentes.

Síntomas de la narcolepsia

Ataques de sueño

El síntoma fundamental de la narcolepsia, según el DSM-V, son los accesos súbitos de sueño que se producen durante el día. Estos se presentan aunque la persona haya dormido bien y suelen aparecer sobre todo después de comidas copiosas o al experimentar emociones de forma intensa (miedo, alegría, sorpresa…).

Cataplexia

Es un síntoma específico de la narcolepsia que se caracteriza por la presencia de episodios de pérdida tono muscular en todo el cuerpo, pudiendo llegar a provocar caídas. La cataplexia, al igual que los ataques de sueño, suele aparecer después de experimentar emociones fuertes.

Parálisis del sueño

Incapacidad para hablar o moverse durante, aproximadamente, un minuto al quedarse dormido o al despertar. Es una sensación muy angustiante ya que a pesar de estar despiertos/as, no es posible emitir sonidos ni moverse.

Alucinaciones hipnagógicas

Son alucinaciones que aparecen justo antes de quedarse dormido. Puede ir desde ver imágenes incompletas, oír zumbidos o diálogos fragmentados hasta experimentar los sueños como reales.

Alucinaciones hipnopómpicas

Son similares a las alucinaciones anteriores, con la diferencia de que estas aparecen al pasar del sueño a la vigilia.

Bibliografía

cedepir.es/wp-content/uploads/2015/03/Anexo-cli4.pdf

psicologiaymente.com/clinica/narcolepsia

Psicóloga Lugo

Janet Díaz

Año 2020, ¡bienvenido!

Fin de año puede generar emociones contradictorias; sobre todo, cuando hacemos un balance de los 365 días que dejamos atrás.

Si hacemos una valoración del 2019 que sea objetiva, por favor, nada de fijarnos exclusivamente en aspectos negativos, desgracias varias, enfados, defunciones y demás. Si nos esforzamos nos daremos cuenta de que hemos vivido momentos magníficos y recordaremos experiencias agradables. Apreciar cómo hemos evolucionado, qué hemos aprendido, con qué y con quién hemos disfrutado, qué hemos perdido o lo que no hemos logrado es muy buen ejercicio. Pero esta tarea aún es mucho mejor si sacamos conclusiones de todo esto y las ponemos en práctica; a lo mejor es conveniente para nuestra salud mental cerrarle la puerta a algunas personas, darle las gracias a otras tantas y echar de menos a los/as que ya no están.

Rituales

¿Te vas a comer las doce uvas de la suerte esta noche? ¿Vas a llevar ropa interior roja? ¿Meterás en tu copa de champán un anillo de oro a la hora de brindar?

Si has respondido a alguna de las preguntas con un «sí» ¿me podrías decir por qué qué sigues estos rituales? Mmmmm, ¿“por si acaso” o por tradición, no?

Esta noche el número de rituales y tradiciones supersticiosas se dispara y realizamos un montón de chorradas varias por pura costumbre y porque no vaya a ser… ¿Tiene algo de malo? No. Pero como creas que la buena suerte en este 2020 depende de si llevas o no lencería roja estás j*****.

Propósitos de año nuevo

Otra costumbre con solera es iniciar el año con un buen número de propósitos para los próximos 365 días (aunque la mayoría de ellos no llegan ni a febrero).

Con la entrada del año nos encanta prometernos a nosotros/as mismos/as cambios varios en nuestras vidas. Muchos de los propósitos se repiten año tras año (por la simple razón de que el año anterior no los cumplimos). Los más frecuentes son: ir al gimnasio, dejar de fumar, ahorrar, aprender algún idioma, ponerse a dieta, cambiar de trabajo, viajar… Hábitos saludables, vida social, pero, ¿cuántos se acaban cumpliendo? Cri-cri.

Hoy es el último día del año

Aprovecho este post para desearos a todos/as un próspero año 2020. Gracias por leerme y seguirme. Que tengáis una feliz Nochevieja 😉

Psicóloga Lugo

Janet Díaz

       

¿Feliz Navidad? | Psicólogo Lugo

Reuniones familiares, brindis, buenas intenciones, ilusión… Disfrutar de una feliz Navidad a veces resulta fácil, pero también es muy sencillo meter la pata y que las celebraciones terminen como el rosario de la Aurora.

Repertorio de las principales meteduras de pata navideñas

Estar pendiente del teléfono durante las comidas/cenas navideñas. Si estás más pendiente del dispositivo móvil que de la gente que tienes delante, no solo es una falta de educación, sino que también resulta muy molesto estar escuchando cada dos por tres las notificaciones de los mensajitos que recibes. Silenciar el teléfono es muy sencillo y no contestar a WhatsApps, llamadas o no ver las publicaciones de tus amigos/as durante un par de horas no te va a quitar años de vida.

Convertir la Navidad en una especie de competición para ver quién hace más regalos y más caros. ¿De verdad que no eres capaz de expresar tu cariño hacia los demás si no es comprando costosas chorradas varias? Piensa en la cuesta de enero que te espera si te endeudas hasta las orejas por creer que así «quedas bien» con tus allegados.

Comer más de la cuenta. Lo de «un día es un día» en Navidad no sirve porque son muuuuchos días: Nochebuena, Navidad, Fin de año, Año nuevo, Reyes, comidas de empresa, cenas de amigos/as, etc. Si comes hasta reventar (literalmente) de forma inmediata acabas con esa incómoda sensación de estar a punto de explotar y el resto de la noche soportando la difícil digestión. Y a medio plazo doble ración de gimnasio, dietas y sentimientos de culpabilidad.

Publicar en las redes sociales tooooodo el menú. ¿Qué intentas, competir con Berasategui o los Arzak? No seas el/la pesado/a de turno de «espera, espera, no empecéis aún que tengo que sacar unas fotos para el Instagram». Al resto de comensales les resulta molesto y tus seguidores o amigos/as de las redes sociales acaban empachados con tanto reportaje gastronómico.

Beber como si no hubiera un mañana, sobre todo si estás sentado/a al lado de esa persona que no te cae especialmente bien. Terminar discutiendo con tu cuñado o vomitándole encima a tu prima no es precisamente un buen fin de fiesta. Y de la resaca del día siguiente mejor ni hablamos…

Enviar cadenas de Whatsapp con felicitaciones navideñas a diestro y siniestro. ¿Eres consciente de que tus amigos/as ya habrán recibido esa misma felicitación unas 10 veces en la última media hora? Un poquito de originalidad, por el amor de dios.

Desmadrarse en la cena de empresa. Con unas copichuelas encima puede parecerte una idea estupenda decirle a tu compañero de trabajo cualquier bobada o hacerle a tu jefa alguna revelación de tu vida privada, pero seguramente no lo sea. Si no quieres reincorporarte al trabajo con la vergüenza del siglo, no te pases empinando el codo.

Amargarte viendo las navidades «perfectas» que otras personas publican en el caralibro o en el Instagram. No te compares y no seas ingenuo/a, las redes sociales están repletitas de mentiras y vidas ficticias.

¡Feliz Navidad!

Atención al malestar emocional

La atención al malestar emocional es infinitamente mejor que nunca, no obstante aún queda mucho por hacer (y en eso estamos). Y si la comparamos con la atención que reciben las dolencias físicas, apaga y vámonos.

Dolencia física versus dolencia emocional

Problema físico

Imaginad que me caigo y que no puedo levantarme porque me duele muchísimo la pierna. Acabo en Urgencias porque alguien me ha acercado hasta allí o porque me ha venido a buscar una ambulancia.

Cuando me atienden en el centro de salud u hospital me preguntan qué me ha pasado y dónde me duele. Me exploran y me hacen las pruebas pertinentes.

Diagnóstico: tibia rota.

Valoran que tratamiento seguir: férula, escayola u operación.

Vamos a suponer que me escayolan y, por tanto, tendré que estar unas semanas con la pierna inmovilizada. Sí, ya sé que lo que os estoy contando es muy obvio, pero tiene su porqué (unas líneas más abajo lo entenderéis).

Tengo la pata inmovilizada y me dan la baja laboral. En mí día a día habrá muchas cosas que no podré hacer: la compra, tareas de casa, conducir, cuidar a Pichón (mi gato), etc. Vamos, que voy a depender de los demás  una temporadita.

Y, ¿qué creéis que hará en mi entorno en esta situación? Mis familiares y amigos/as intentarán adaptarse a mis necesidades y me ayudarán en todo lo que puedan: recados, comida, compañía, hasta cambiarle la arena al gato (sí, tengo muy buenos amigos/as).

Cuando algún ser querido me llama por teléfono para interesarse por mi estado de salud, ¿cómo creéis que es la conversación? ¿Me preguntará directamente por mi rotura de hueso? Seguramente sí.

“Hola Janet, ¿cómo estás?”.

“¿Qué tal va la pierna?”.

“¿Te duele?”.

“¿Te pica?”.

“¿Puedes dormir bien?”.

«Oye, ¿y cómo te arreglas para ducharte?».

«¿Y para ir al baño?».

Preguntas espontáneas, sin tapujos y con total naturalidad.

Pasan unas cuantas semanas y por fin ya ha soldado el hueso. Me quitan la escayola pero, claro, mis músculos están un poco fofos… Tendré que estar un tiempo en rehabilitación para intentar recuperarme al 100% o bien para recuperar al máximo posible mi movilidad previa al accidente. Y mi entorno me seguirá apoyando:

“Venga campeona”.

“Vete despacito”.

“Poco a poco”.

“No tengas prisa”.

Problema psicológico

Imaginad ahora que en vez de romperme la pierna tengo un episodio de ataque de pánico. Es probable que por el gran malestar que acarrea, como en el caso de la fractura de la tibia, termine en Urgencias.

¿Me van a atender? Por supuesto.

¿Me van a hacer pruebas? Seguramente.

Diagnóstico: ataque de ansiedad.

¿Habrá tratamiento? Probablemente sí. Me darán una pastillita para meter debajo de la lengua y/o me recetarán un ansiolítico para que me tome cuando me encuentre mal y/o puede que me den un fármaco para tomar a medio/largo plazo.

Hasta aquí es todo similar a la pierna rota: pruebas, diagnóstico y tratamiento.

Pido un taxi o me viene alguien a buscar y me voy para casa con un miedo del demonio a que se vuela a repetir el episodio. Además de encontrarme terriblemente mal, no acabo de entender lo que me ha pasado y encima me siento incomprendida.

Veamos qué ocurre con la respuesta social y familiar en este supuesto. Ya sé que hay múltiples respuestas, distintas sensibilidades y distintos conocimientos, pero lo que sucede con más frecuencia es lo siguiente. Cuando algún allegado/a me llame para interesarse por mí, ¿me preguntará directamente por mi ataque de ansiedad como en el caso de la pierna rota? Probablemente las conversaciones sean muy distintas:

«Bueno, ¿y qué tal todo?».

«¿Qué tal de lo tuyo?».

«Hace frío eh».

«Yo a veces también me pongo muy nervioso/a».

«¿Estás yendo a trabajar?».

Lo más habitual es que la conversación vaya por las ramas, hablando de todo y de nada pero sin tocar de una forma clara el tema de la ansiedad. En líneas generales no se facilita hablar del malestar emocional y esto no es lo más recomendable.

Y lo peor es que mientras me recupero escucharé frases de «apoyo» del tipo:

«Tienes que tranquilizarte».

“Venga, espabila, sal a dar una vuelta y verás como se te pasa la tontería esta”.

“Pero mujer, alegra esa cara que no se ha muerto nadie».

«Tú lo que necesitas es irte una noche de farra y se te pasan todos los males».

“Te quejas de vicio, no ves que no te pasa nada».

«Anímate, que la vida es maravillosa”.

Crees que alguien me diría en mi período de pierna escayolada o sanada a nivel óseo pero no muscular: “¡Vamos!” “¡Espabila!” “¡Corre!” “¿Cómo es que aún no corres?”. ¿Os sorprendería si alguien me dijese esto? Obvio. Pues con las dolencias emocionales ocurre todo lo contrario y es tremendamente injusto.

¿El apoyo que recibo será el mismo que en el caso de la pierna rota? Rotundamente no.

Malestar

El malestar emocional es un conjunto de sensaciones y síntomas desagradables que disminuyen la calidad de vida, generando vulnerabilidad en todas las áreas tanto física, social como emocional. No le restemos importancia.

¡Concienciémonos!

Psicóloga Lugo

Janet Díaz

Acoso laboral | Psicóloga Lugo

El acoso laboral o mobbing es una situación reiterada y mantenida en el tiempo en la que se da un comportamiento agresivo, un trato vejatorio u hostil de forma sistemática contra una persona en el trabajo.

El proceso de acoso

Una situación de mobbing no sucede de repente, sino que tiene una evolución lenta, paulatina y en escalada. Puede empezar con pequeños comentarios desagradables, también puede comenzar con un incidente crítico (por ejemplo un conflicto puntual entre dos personas), pero a veces no hay ningún motivo pudiendo surgir simplemente por una cuestión de animadversión personal.

Tipología del mobbing

  • Vetical: un superior o jefe/a acosa u hostiga a un/a subordinado/a. Es lo más frecuente.
  • Horizontal: el acoso aparece entre los/as propios/as compañeros/as.
  • Mixto: el mobbing es ejercido entre los/as propios/as compañeros/as con la validación del jefe/a o superior.
  • Ascendente: los trabajadores/as acosan al jefe/a. Podrás pensar que es difícil, pero en muchas ocasiones los empleados/as pueden ejercer presión que sobrepasa el poder formal del jefe/a.

Naturaleza de los comportamientos del acoso laboral

Las conductas de acoso son de distinta índole: rumores, manipulación de información, aislamiento, insultos, vejaciones, etc.

No se tratan de acciones esporádicas o puntuales sino que se manifiestan de forma continuada. Inicialmente suelen ser difícilmente identificables, anodinas, poco explícitas, muy sutiles pero por sumación van ganando relevancia y gravedad.

Estrategias de acoso laboral

Acciones contra la reputación o la dignidad personal

Ataques directos como insultos, desprecios, etc.

Creación de rumores, difamaciones…

Ridiculización, burlas, cada vez que hablas se ríen de ti, dicen que lo que estás diciendo es una tontería, etc.

Acciones contra el ejercicio del trabajo

Modificaciones de horarios.

En vez de darte tareas que se corresponden con tu puesto de trabajo o responsabilidades, te asignan labores muy por debajo de tu nivel o te ordenan trabajos a última hora.

Manipulación de la comunicación o información

No te avisan de la existencia de reuniones o te dicen mal la fecha o la hora de las mismas.

Te dan información falsa, te borran información, utilizan tu correo electrónico sin permiso, etc.

No te dejan expresarte, quieres dar tu  opinión y te interrumpen, cuando hablas te ignoran y, en definitiva, no tienen en cuenta tu opinión para nada.

Acciones de inequidad

Desigualdades en el sueldo.

Aislamiento: te hacen el vacío porque probablemente hay alguien en el trabajo que está hablando mal de ti.

Qué hacer

Si identificas que estás siendo víctima de acoso o un/a compañero/a de trabajo lo está sufriendo, no te quedes sin hacer nada.

No le restes importancia, este proceso de hostigamiento puede tener unas consecuencias devastadoras para la víctima en el área personal, laboral, social y/o familiar

Cómo reaccionar

Pide ayuda profesional, ya sea a un/a abogado/a, médico/a de cabecera o psicólogo/a.

Busca compañeros/as, aliados/as, amigos/as dentro y fuera del trabajo.

Recaba pruebas objetivas más allá de tu relato personal. Si el día de mañana vas a juicio te servirán de gran ayuda.

Usa la asertividad, intenta (al menos) pararle los pies a la persona que te está acosando.

Si el/la que está sufriendo acoso es otra persona, no olvides que uno de los mayores placeres de las personas que disfrutan fastidiando a los demás es tener público que vea y sus “hazañas”. En este sentido es muy importante que tú y el resto de compañeros/as de trabajo no actuéis de cómplices. No participes con risas, comentarios jocosos, ni siquiera de forma pasiva. Si lo estás viendo, denúncialo. Y si no te quieres implicar, por lo menos ofrece apoyo a la persona que está sufriendo acoso.

Bibliografía

copmadrid.org/web/ciudadanos/psicologia/acoso-laboral

Piñuel, I. (2003). Mobbing: cómo sobrevivir al acoso psicológico en el trabajo. Ed. Punto de Lectura. Madrid.

Psicólogo Lugo

Janet Díaz

¿Te has enamorado de alguien que ya tiene pareja?

Te has enamorado de una persona que ya tiene pareja, empiezas a quedar con él/ella y la cosa va a más… Si te sientes identificado/a con esta situación, continúa leyendo 😉

Conoces a alguien, te gusta, le gustas, compartís risas, atracción física, confidencias, pasión, ternura…Está claro que tú no eliges de quien te enamoras, pero hacerlo de alguien que ya tiene pareja y dejarte llevar suele convertirse en un asunto tormentoso. No hablo de relaciones abiertas, ni de poliamor ni nada por el estilo, sino de triángulos amorosos en los que hay una pareja con cierto grado de compromiso y uno/a de sus miembros mantiene una relación paralela a escondidas con una tercera persona.

Ser el/la otro/a es una etiqueta que no suele gustar y en nuestra sociedad, en general, es algo que no está bien visto. Pero llevar esta etiquetita no es lo peor que te puede pasar, la palma se la lleva el gran nivel de sufrimiento que con gran probabilidad antes o después padecerás.

Situaciones típicas

Cuando estás enamorado/a y mantienes una relación con una persona que tiene pareja «formal»suelen darse dos situaciones:

  • Él/ ella te deja claro desde el principio que no va a dejar a su pareja.
  • Él/ella te dice que va a dejar a su pareja.

Tengo una mala noticia par ti: es muy probable que acabes sufriendo sea cual sea tu caso.

Él/ ella te dice desde el principio que no va a dejar a su pareja

Si estás enamorado/a de él/ella es habitual que al principio te intentes convencer a ti mismo/a con argumentos tipo:

«Estoy a gusto, no tengo que darle explicaciones a nadie». «Me llega con los momentos que pasamos juntos/as»

Inicialmente es posible que la situación no te incomode en exceso, pero a medida que pasa el tiempo es muy muy probable que te pase factura. Emocionalmente cada vez te implicarás más y querrás y necesitas más de la otra persona. Desearás verlo/a más, hacer más planes juntos/as, más afecto, más de todo. Pero él/ella no puede (o no quiere) darte lo que tú necesitas. En estos momentos suele ser frecuente fantasear con ideas como:

«Al final se dará cuenta de que está mejor conmigo». «El amor lo puede todo y acabaremos juntos/as».

Pon los pies en la tierra, no olvides que él/ella te ha dejado claras sus intenciones desde el primer momento.

Él/ella te dice que va a dejar a su pareja

Si la otra persona también se ha enamorado de ti y deja a su pareja con relativa rapidez es muy posible que podáis construir una relación sana y satisfactoria. Pero si la relación a tres bandas se alarga en el tiempo os auguro una relación llena de reproches y sufrimiento.

Si tu enamorado/a no pone término a su relación formal porque siempre existe algún inconveniente que le impide dar el paso, es posible que estés aburrido/a de escuchar justificaciones como:

“Te quiero muchísimo pero en este momento no puedo dejar a mi pareja, ten paciencia”.

“Estoy enamorado/a de ti, créeme, no soy feliz con mi pareja pero es mal momento para dejarla, espera un poco más, por favor”.

“Los/as niños/as son muy pequeños, esperemos un poco más”.

“Él/ella (la pareja) está atravesando un mal momento y no puedo dejarlo/a ahora”.

Excusas, excusas y excusas. El tiempo pasa y él/ella nunca encuentra el momento adecuado para dejar a su pareja y, vale, tú tienes paciencia, pero no tanta. Intentas comprenderlo/a pero si esta situación de espera se alarga mucho, tu aguante flojea. Si es que ya lo dice el refrán “el que espera, desespera”.

Te hartas de esconderte, de los encuentros furtivos, de no ir a cenar o al cine juntos/as, de no poder conocer a su familia o presentarle a la tuya, de la ausencia de muestras de afecto en público, etc. Tú acabas agotado/a, frustrado/a, desencantado/a, enfadado/a y al final el amor que sentías por él/ella se deteriora o desaparece.

Tu enamorado o enamorada te puede prometer el oro y el moro

Pero las palabras se las lleva el viento. Si estás prendado de alguien que ya tiene pareja y buscas una relación «seria», no deberías iniciarla hasta que él/ella deje a su pareja. Es relativamente sencillo que te pases la vida esperando por algo que no va a suceder.

Si ya mantienes una relación con una persona que tiene pareja y ves que esta situación te hace daño y aun así no eres capaz de salir de ella, no dudes en pedir ayuda.

No olvides que te mereces algo más que limosnas de amor.

Bibliografía

Congost, S. Si duele no es amor (2017).

Psicólogo Lugo

Janet Díaz

¿Uso o abuso de psicofármacos? | Psicólogo Lugo

En muchas ocasiones el uso de psicofármacos está perfectamente justificado. Pero en otros casos, no. Hablemos un poco de estos últimos…

Aumento del consumo de psicofármacos

En España, en el año 2015, aumentó en un 300% la venta de psicofármacos (principalmente antidepresivos y ansiolíticos). Y su consumo no deja de crecer año tras año.

Es bastante curioso que el vertiginoso crecimiento de venta de estos medicamentos no se corresponda con el ritmo del aumento de las patologías a tratar (muchísimo menor). Es decir, se prescriben más tratamientos de los trastornos que se diagnostican.

Por no hablar de que este «remedio» farmacéutico parece no funcionar demasiado bien. En vez de bajar la incidencia de las patologías que se supone que curan, estas van en aumento.

No aceptar la realidad

Razones para tener ansiedad o para estar tristes hay y hubo desde el inicio de los tiempos. Las emociones (todas ellas) forman parte de la vida y querer que desaparezcan no es saludable, ni adaptativo, ni inteligente, ni conduce a nada bueno.

Sí, ya sé que hay gran cantidad de gurus y pseudocientíficos/as varios/as que repiten una y mil veces eso de “sonríele a la vida y ella te devolverá la sonrisa”, “podrás conseguir todo lo que te propongas”, “si lo deseas con fuerza, sucederá” y mil y una chorradas más. Señores/as de luz, va a ser que esto no funciona así. En la vida hay momentos buenos y momentos malos. Hay cosas que no vamos a poder conseguir (por mucho que las deseemos o las visualicemos) ni controlar. Si nos creemos esas mentiras de vidas de felicidad constante, sin sufrimiento, antes o después acabaremos angustiados/as por no poder alcanzarlas.

Pretender que desaparezca el malestar de nuestras vidas es un grave error. Ojo, no digo que haya que abogar por la mediocridad o ahogar cualquier espíritu de lucha. Pero peleemos por lo que cada uno/a de nosotros/as queramos pelear teniendo en cuenta, siempre, nuestras capacidades. De lo contrario nos convertiremos en ciudadanos frustrados por no ser capaces de alcanzar los sueños imposibles que nos hemos o nos han impuesto.

La vida no se medica

En la vida hay dolor, desamores, ansiedad, agobios, bajones anímicos, sueño, cansancio, preocupaciones y no podemos resolverlo todo a golpe de psicofármacos.

La tristeza no es una enfermedad. Suspender un examen, tampoco. Ni siquiera estar apenados/as por la muerte de un ser querido o por una ruptura sentimental lo es. Pero muchas veces no aceptamos que el dolor forma parte de la vida y preferimos vivir «anestesiados/as».

En la vida hay momentos buenos y malos, ¿estos últimos creéis que se solucionan a golpe de pastilla?

Bibliografía

Aemps

psicorelacional.com

Psicóloga Lugo

Janet Díaz

Alteraciones emocionales en el periparto

El periparto es el período inmediatamente anterior, durante e inmediatamente después del parto. Sin duda, una etapa de muchos cambios y de gran vulnerabilidad.

Tristeza posparto o Baby blues

Pasar de no ser madre a serlo, o de tener un/a hijo/a a tener dos, de dos a tres y así hasta que el cuerpo aguante, no es siempre un camino de rosas. Cambios hormonales, privación del sueño… Es obvio que el embarazo y el postparto son períodos vitales de una alta exigencia tanto física como emocional y, lógicamente, en esta etapa pueden aparecer alteraciones emocionales.

No se suele hablar de la tristeza, de la mayor sensibilidad o del malestar anímico que muchas mujeres embarazadas o que acaban de dar a luz experimentan. Pero en torno a un 80% de las mujeres sufren, de un modo leve, síntomas similares a los de un cuadro depresivo: tristeza, labilidad emocional, mayor sensibilidad, etc. Estos altibajos emocionales son completamente normales ya que tanto el cuerpo como la mente necesitan adaptase a la nueva situación (sobre todo las madres primerizas) y en unas pocas semanas suelen desaparecer. Pero mucho ojo, si estos síntomas se presentan de forma intensa o se mantienen durante mucho tiempo, sí puede tratarse de una depresión periparto.

Trastorno depresivo mayor de inicio en el periparto

La depresión periparto se inicia durante el embarazo o dentro de las cuatro semanas siguientes al parto. Los síntomas clínicamente significativos que se presentan son similares a los de una depresión mayor:

  • estado de ánimo bajo
  • disminución significativa del interés y/o pérdida de placer
  • aumento o disminución del apetito
  • insomnio o sueño excesivo
  • agitación o inhibición psicomotora
  • cansancio extremo
  • sentimiento de minusvalía o sentimiento de culpa. Por ejemplo: sensación de ser incapaz de cuidar el bebé o de ser inadecuada como madre
  • dificultades en la atención o en la toma de decisiones. Por ejemplo: dudas constantes en relación al correcto cuidado del hijo/a
  • pensamientos de muerte
  • ideación suicida

Prevalencia

La depresión con inicio en el periparto aparece en el 10 al 15% de las mujeres. Aunque todas las mujeres están en riesgo, las que tienen mayor probabilidad de padecerla son las que cumplen alguno/s de los siguientes requisitos:

  • Haber padecido algún cuadro depresivo previo.
  • Malos resultados obstétricos previos o actuales (aborto espontáneo anterior, lactante con malformación congénita, etc.).
  • Antecedentes familiares de trastornos anímicos.
  • Falta de apoyo de la pareja o de los miembros de la familia.
  • Factores estresantes de la vida diaria (conflictos de pareja, eventos estresantes en el último año, problemas económicos, etc.).

Psicosis puerperal

Se trata de un cuadro psicótico grave que aparece en 1 – 2 casos de cada mil mujeres que acaban de tener un bebé. Son cuadros muy severos que generalmente requieren de un ingreso hospitalario o de una prolongación del ingreso después de dar a luz. Como en otro tipo de psicosis, se pierde el contacto con la realidad y la madre presenta síntomas delirantes, alucinaciones, falsos reconocimientos, gran descontrol emocional y conductual, pensamientos extraños en torno al niño/a que pueden acarrear un riesgo personal, para el bebé o para terceras personas.

Maternidad

De la alegría e ilusión que experimentan las mujeres con la llegada al mundo de un/a hijo/a se habla mucho. Pero de la vulnerabilidad de la madre o futura madre, de su fragilidad emocional y física, de sus miedos e inseguridades, no se hace tanto.

No olvidemos que una mujer en «estado de buena esperanza» puede tocar fondo del mismo modo que lo puede hacer una mamá que acaba de dar a luz.

Bibliografía

elsevier

scielo

Psicólogo Lugo

Janet Díaz

Succionador de clítoris: un juguete para mujeres

El succionador de clítoris (Satisfayer Pro 2) es un juguete sexual para mujeres y es considerado por muchas el mejor de la historia. No se trata del clásico juguete con forma de pene, de hecho por su forma se parece más a un limpiador facial o una especie de mini secador de pelo que a un clásico vibrador. Si no lo conoces, ¡continúa leyendo! Créeme, puede ayudarte a amenizar y mejorar tu vida sexual.

Juguete para usar sola o en pareja

El succionador de clítoris lo puedes utilizar sola o en pareja, como prefieras. Te ayuda a potenciar las sensaciones sexuales cuando te masturbas y también cuando mantienes relaciones sexuales en pareja, trío o lo que sea (a cada una le gusta lo que le gusta).

Este juguete de última generación con función de succión, emula el sexo oral en la zona clitorial, esa maravillosa zona que nos catapulta hasta el orgasmo. Lo puedes utilizar como algo lúdico y erótico y también lo puedes usar con fines terapéuticos si tienes poca sensibilidad a nivel genital (sobre todo en el clítoris), si te cuesta alcanzar orgasmos, los tienes de un modo muy débil o apenas logras alcanzarlos.

Desterremos mitos

Los juguetes sexuales sirven para pasárselo bien, para disfrutar. Utilizarlos no es motivo de vergüenza, escándalo o fechoría, por favor, normalicemos su uso. El Satisfyer, como cualquier otro juguete sexual femenino, sirve para enriquecer la vida sexual de la mujer, ya sea en solitario o en pareja. No se trata de un artefacto que sustituya a personas aunque por los mundos de Google o incluso a pie de calle se pueden leer o escuchar tonterías como:

«Renuncia a los hombres (o mujeres) con el Satisfyer».

«Horrible. Producto nefasto. Destruye familias. Mi mujer ni me mira.» Reseña de Amazon.

Bromas a parte, aún hoy hay personas que ven los juguetes sexuales como competencia, y no se dan cuenta de que son unos magníficos COMPLEMENTOS. Sin olvidarnos tampoco de los seres de luz que creen que los juguetes sexuales son solo para mujeres insatisfechas.

¿Cómo se utiliza este juguete?

Lo recomendable es que antes de usarlo estés excitada porque si no la estimulación puede resultarte molesta. Una vez animada, separa un poco los labios de la vulva y coloca el cabezal de silicona justo encima del clítoris. A continuación, presiona ligeramente, de modo que el clítoris quede dentro del agujero del juguete. Cuando hayas encontrado la posición ideal, lo único que tendrás que hacer será disfrutar mientras aumentas la intensidad a tu gusto. Si lo deseas, puedes utilizar un lubricante aunque no es necesario ya que durante la estimulación no hay fricción.

Hazte un regalo, te lo mereces y lo sabes ;

Psicólogo Lugo

Janet Díaz

Salud mental, ansiedad y depresión | Psicólogo Lugo

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que dentro de 10 años la principal causa de discapacidad serán los problemas relacionados con la salud mental.

A día de hoy, los trastornos por ansiedad y por depresión ya son un serio problema:

  • Más de 260 millones de personas en todo el mundo tienen trastornos de ansiedad.
  • Más de 300 millones de personas sufren depresión.
  • Alrededor de 1 millón de personas se suicidan cada año.

Ansiedad y depresión

Los problemas más frecuentes que veo en mi consulta están relacionados con la ansiedad y esto no se reduce solo a Lugo. El Consejo General de Psicología de España estima que:

  • 9 de cada 10 españoles/as padecieron algún episodio o problema de ansiedad durante el año 2017.
  • En 4 de cada 10 personas la ansiedad ha estado presente de manera frecuente o continuada.

Ojo, los problemas de ansiedad y la depresión no son un invento de la sociedad actual. Desde hace millones de años existen fuentes potenciales de angustia, preocupación o tormento para el hombre y la mujer, como el sentido de la vida y la muerte. A lo largo de los siglos se pueden identificar muchas otras amenazas generadoras de desasosiego: salud, propiedades, libertad personal, ingresos, valores, autoestima… Muchas de ellas continúan siéndolo actualmente, con la diferencia de que ahora vivimos en una sociedad «blandita y cómoda» que busca genéricamente el bienestar, una especie de dictadura de la felicidad donde el malestar no se tolera.

Y no nos olvidemos de la tiranía de la inmediatez: «lo quiero aquí y ahora». Esta especie de necesidad enfermiza por lo rápido, de usar y tirar, que no solo se observa en el consumo (comida, ropa, comunicaciones…), sino también en las relaciones personales. Estamos desarrollado un individualismo de niveles superlativos y, a pesar de estar más conectados/as que nunca, la sensación de soledad es aplastante.

La atención a la enfermedad mental actualmente es infinitamente mejor que en cualquier otra época histórica y, sin embargo, los problemas relacionados con la salud mental no dejan de crecer. ¿Será que el modelo de vida existente facilita que los problemas de ansiedad y/o depresión lleguen y se instalen en nosotros/as?

Bibliografía

Organización Mundial de la Salud (2013). Salud mental: un estado de bienestar.

who.int/mental_health/es/

Psicólogo Lugo

Janet Díaz


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