En muchas ocasiones el uso de psicofármacos está perfectamente justificado. Pero en otros casos, no. Hablemos un poco de estos últimos…
Aumento del consumo de psicofármacos
En España, en el año 2015, aumentó en un 300% la venta de psicofármacos (principalmente antidepresivos y ansiolíticos). Y su consumo no deja de crecer año tras año.
Es bastante curioso que el vertiginoso crecimiento de venta de estos medicamentos no se corresponda con el ritmo del aumento de las patologías a tratar (muchísimo menor). Es decir, se prescriben más tratamientos de los trastornos que se diagnostican.
Por no hablar de que este «remedio» farmacéutico parece no funcionar demasiado bien. En vez de bajar la incidencia de las patologías que se supone que curan, estas van en aumento.
No aceptar la realidad
Razones para tener ansiedad o para estar tristes hay y hubo desde el inicio de los tiempos. Las emociones (todas ellas) forman parte de la vida y querer que desaparezcan no es saludable, ni adaptativo, ni inteligente, ni conduce a nada bueno.
Sí, ya sé que hay gran cantidad de gurus y pseudocientíficos/as varios/as que repiten una y mil veces eso de “sonríele a la vida y ella te devolverá la sonrisa”, “podrás conseguir todo lo que te propongas”, “si lo deseas con fuerza, sucederá” y mil y una chorradas más. Señores/as de luz, va a ser que esto no funciona así. En la vida hay momentos buenos y momentos malos. Hay cosas que no vamos a poder conseguir (por mucho que las deseemos o las visualicemos) ni controlar. Si nos creemos esas mentiras de vidas de felicidad constante, sin sufrimiento, antes o después acabaremos angustiados/as por no poder alcanzarlas.
Pretender que desaparezca el malestar de nuestras vidas es un grave error. Ojo, no digo que haya que abogar por la mediocridad o ahogar cualquier espíritu de lucha. Pero peleemos por lo que cada uno/a de nosotros/as queramos pelear teniendo en cuenta, siempre, nuestras capacidades. De lo contrario nos convertiremos en ciudadanos frustrados por no ser capaces de alcanzar los sueños imposibles que nos hemos o nos han impuesto.
La vida no se medica
En la vida hay dolor, desamores, ansiedad, agobios, bajones anímicos, sueño, cansancio, preocupaciones y no podemos resolverlo todo a golpe de psicofármacos.
La tristeza no es una enfermedad. Suspender un examen, tampoco. Ni siquiera estar apenados/as por la muerte de un ser querido o por una ruptura sentimental lo es. Pero muchas veces no aceptamos que el dolor forma parte de la vida y preferimos vivir «anestesiados/as».
En la vida hay momentos buenos y malos, ¿estos últimos creéis que se solucionan a golpe de pastilla?
Bibliografía
Psicóloga Lugo
Janet Díaz