“Cualquier actividad normal, percibida como placentera, es susceptible de convertirse en una conducta adictiva” (Fernández –Montalvo, 2010).
Introducción
Las adicciones conductuales se basan en que ciertas conductas o hábitos conductuales, aparentemente no desadaptativos, bajo ciertas circunstancias o en determinadas personas, pueden convertirse en una adicción o generar problemas significativos en la vida de la persona.
Utilizar un teléfono móvil, comer, mantener relaciones sexuales, comprar, apostar, hacer ejercicio físico, trabajar, jugar a video-juegos o juegos por Internet… Son comportamientos que forman parte de nuestra vida, por eso es vital diferenciar entre lo que es una conducta que se realiza en una alta frecuencia y una adicción .
¿Cuándo hay adicción?
Hay dos características fundamentales para determinar que una persona sufre una adicción conductual: la falta de control y la relación de dependencia.
En las adicciones se genera una dependencia, una sensación de necesidad “necesito comprar, apostar, hacer ejercicio físico…”. Y con respeto a la falta de control, la persona no realiza la conducta desde la planificación, desde la voluntad, desde la racionalidad, desde el “yo quiero hacerlo”, sino que se hace desde la impulsividad. La persona lo vive con falta de control “yo no quería hacerlo, pero al final lo hice”. A veces esta falta de control es difícil de detectar porque una de las características del paciente adicto/a es la negación “lo hago porque quiero o porque me apetece”.
El problema no es lo qué se hace, sino el cómo se hace y el tipo de relación que se establece con esa conducta.
¿Cómo se inician y se mantienen las adicciones comportamentales?
Las adicciones, según Echeburúa, se inician por refuerzo positivo (empiezo porque me gusta, porque me hace sentir bien, porque me genera placer). Pero se mantienen por refuerzo negativo (ya no me gusta hacerlo pero como me siento mal, realizar la conducta me alivia la tensión emocional o me evade de ese malestar). Y así la adicción termina convirtiéndose en un regulador emocional. Me siento mal y como no tengo estrategias para gestionar este malestar, lo canalizo a través de la comida, video-juegos, sexo, deporte, apuestas, etc.
Variables que influyen en la aparición de una adicción
El potencial adictivo o la capacidad de reforzar del objeto: no tiene el mismo potencial adictivo el sexo o jugar al póker que ir a pasear por la muralla.
Los problemas previos de la persona (personalidad, estilo de afrontamiento, autoestima…).
La frecuencia de interacción objeto-persona (y aquí el contexto también influye). Si un juego tiene un potencial adictivo alto, yo tengo cierta vulnerabilidad psicológica a padecer una adicción y yo no tengo acceso a ese juego, va a ser difícil que acabe desarrollando una adicción. Pero si yo puedo jugar cada día, es mucho más probable que se genere la adicción.
¿Se parecen las adicciones conductuales a las adicciones con sustancias?
Sí. Echeburúa (1999) indica las siguientes características entre distintas adicciones:
- Semejanza de reacciones psicológicas tras la ejecución o consumo. Por ejemplo, el síndrome de abstinencia (me pongo irritable cuando no puedo fumar o cuando no puedo jugar a un videojuego). La tolerancia (cada vez necesito consumir más alcohol para conseguir los mismos efectos o invertir más dinero, apostar más o durante más tiempo para conseguir el alivio del malestar o conseguir consecuencias positivas).
- Factores de personalidad comunes a las distintas conductas adictivas. Características como la impulsividad, la baja tolerancia a la frustración o la búsqueda de sensaciones están presentes tanto en las adicciones conductuales como a sustancias.
- Solapamiento de los mundos sociales y aparición conjunta o secuencial de ambos tipos de problemas. Por ejemplo, las personas con problemas con el alcohol y con las máquinas tragaperras comparten el mismo escenario (bares, pubs, casas de apuestas, etc.) y pueden acabar desarrollando estas dos adicciones.
- Pérdida de control sobre una actividad que al comienzo resulta lúdica o de relación social.
- Deterioro gradual en el ámbito laboral/académico y familiar.
- Rechazo o minimización de la existencia del problema. Se puede ser consciente del problema pero asumirlo implica hacer algo, y si yo no estoy preparada para hacer ese algo, la única estrategia que me queda es negarlo o minimizarlo (porque no me veo capaz de ponerle solución).
- Similitud de las pautas de conducta en la abstinencia y recaída.
- La principal diferencia (exceptuando el juego patológico) recae en el objetivo terapéutico. En adicciones a sustancias se persigue la abstinencia total (que la persona deje de consumir totalmente). Pero en las adicciones conductuales (sexo, comida, deporte, trabajo…) no se puede perseguir la abstinencia total. Necesitamos comer, usamos teléfonos móviles, tenemos relaciones sexuales, etc. El objetivo en este caso radica en el autocontrol de la conducta problema. Objetivo, por cierto, mucho más difícil que la abstinencia total. Es más difícil autocontrolarse que abstenerse ya que uno de los factores que define a las adicciones es la falta de control y si hay una falta de control, perseguir el autocontrol así de entrada es complicado (no imposible).
Bibliografía
Psicóloga Lugo
Janet Díaz