¿Tendemos a la conformidad? ¿Nos afecta la presión grupal? Estas preguntas (o algunas parecidas) son las que se hizo el psicólogo Solomon Asch en los años 50. Para intentar responderlas realizó un experimento que se ha convertido en un clásico en el mundo de la Psicología. ¡No te lo pierdas!
Cuando la presión social nos puede
¿Alguna vez has escuchado o has dicho que fulanito/a no tiene personalidad porque acaba haciendo lo mismo que sus amigos/as, compañeros/as de trabajo o clase, etc.? Me apuesto algo a que sí…
Pues esto es lo que se conoce como conformidad social, es decir, cómo cambiamos nuestras opiniones, juicios, actitudes, etc. para encajar con los demás. En otras palabras, cuando nos comportamos como borregos. ¡Beee!
El experimento
Asch reunió a un grupo de personas y, como suele ser habitual en los experimentos de Psicología, algunos de los participantes eran cómplices del investigador y otros eran los verdaderos sujetos experimentales (los conejillos de indias).
La tarea
A los sujetos se les mostraban unas líneas de diferentes tamaños como las de la imagen inferior.
Lo único que tenían que hacer era decir, en voz alta, qué raya era igual a la muestra (la primera línea de la imagen). ¿Fácil, no?
Los colaboradores siempre respondían en voz alta antes que el sujeto experimental. Y aquí es dónde está el truco: al principio, en los primeros ensayos, respondían de forma acertada, pero a medida que progresaba el experimento señalaban unánimemente una de las líneas que no se correspondía con la respuesta correcta.
Resultados
Los sujetos experimentales comenzaron respondiendo correctamente. Pero a medida que los demás participantes (los cómplices) empezaban a contestar de forma errónea, ellos también lo hacían. Daban respuestas iguales a las de los demás, es decir, indicaban la barra equivocada a pesar de saber que no era la respuesta correcta.
- Cuando los cómplices no daban respuestas incorrectas, solo se producía un 1% de contestaciones erróneas por parte de los sujetos experimentales (errores debidos a equivocaciones).
- En cambio, en las ocasiones en las que los cómplices del experimentador daban respuestas incorrectas, los sujetos indicaban también una línea errónea en el 37% de las veces. Es decir, se acoplaban a la opinión de la mayoría a pesar de saber con certeza que no era la respuesta correcta.
Una vez finalizado el experimento se entrevistó a los participantes. Justificaron el hecho de dar respuestas equivocadas argumentando cosas como: “pensaba que tanta gente no podía estar equivocada”, “creía que estaba loco” , etc. También comentaron que tenían miedo a ser ridiculizados por el resto de personas si opinaban de forma distinta. Y algunos de ellos incluso defendieron que las respuestas que habían dado eran realmente correctas.
¿Y tú, crees que habrías resistido a la presión grupal en esa misma situación o habrías cedido a la conformidad?
Aplicaciones de este fenómeno a la vida cotidiana.
La conformidad de las personas con lo que dice la mayoría es un hecho y no deberíamos de ignorarlo. «Lo han dicho en la televisión», «lo he leído en un artículo», «lo ha dicho menganito/a», «lo he escuchado en la radio», etc. Que muchas personas digan algo, no convierte los hechos en verdades indiscutibles.
Tristemente hay muchísima gente que cree eso de «verdad es lo que la mayoría dice que es verdad» y esto es tremendamente peligroso. Göbbels tenía un lema que le funcionó a la perfección:«una mentira mil veces repetida se convierte en verdad». ¿Sabéis quién era ese señor? Un ministro de la propaganda nazi… «La mayoría de la gente no puede equivocarse» y argumentos similares además de utilizarse en política, también se han utilizado para explicar, convencer o persuadir sobre la existencia de dioses todopoderosos o demonios peligrosos. ¡Cuidado, qué vienen los malos!
No debemos pensar que alguien o nosotros/as mismos/as poseemos la certeza absoluta. Es bueno dudar, cuestionarnos, informarnos y escuchar otros puntos de vista sin atrincherarnos en la creencia de que somos los propietarios de la verdad. Pero sobretodo, no se lo permitamos a nadie, no seamos borregos.
Bibliografía
psycnet.apa.org/record/2011-16966-001
Artículos sobre experimentos
Psicólogo Lugo
Janet Díaz