¿Conoces a alguna persona con un alto grado de victimismo? La podrás identificar porque cree que todos están en contra suya y que cualquier cosa que le ocurre siempre es culpa de los demás (que conspiran para hacerle daño). Aunque pueda parecer algo muy muy duro, no te equivoques, los/as que utilizan el victimismo en su día a día sacan mucho provecho de ello.
Ir de víctima por la vida
Quien más, quien menos, ha sido víctima en alguna ocasión de una agresión, ha sufrido algún accidente o ha sido tratado/a de un modo inadecuado. Pero una vez superada esta situación uno/a puede quitarse la etiqueta de víctima o seguir con ella (utilizarla) unos días, meses o años más. No es lo mismo ser víctima que victimista.
Ventajas de usar el victimismo
1. Recibir atención por parte de los demás
Estas personas llaman la atención con quejas y suspiros varios y, claro, más de uno/a corre a consolarlos/as. Se sienten genial cuando la gente se interesa y apiada de ellos/as, pero no te engañes, estas personas no buscan solucionar sus problemas, lo que quieren es un extra de compasión y protagonismo.
«¡Qué desgracia! ¿Qué he hecho yo para merecer esto? ¡La gente me tiene manía y les encanta fastidiarme! ¿Es que nada me puede salir bien?».
No obstante, el victimismo es un arma de doble filo, a corto e incluso medio plazo puede funcionar bastante bien para obtener atenciones de los demás, pero los familiares y/o amigos/as generalmente acaban cansándose y terminan evitando a ese «ser de luz» que desprende negatividad crónica entre lamento y lamento.
2. Es una forma para no responsabilizarse de absolutamente nada
Son incapaces de realizar autocrítica porque sencillamente no quieren ver la realidad (porque no les conviene). Que te quede claro, cualquier contratiempo o problema que tengan siempre será culpa tuya o de los demás. Necesitan alguien a quien culpabilizar de todos sus males, siendo capaces de cualquier cosa para que los demás asuman la responsabilidad de lo que les ocurre y por supuesto si hay que mentir, pues se miente.
Para ellos/as es mucho más sencillo engañarse creyendo que no tienen culpa de nada y, oye, que no se te ocurra llevarles la contraria porque no toleran las críticas y si intentas contraargumentarles te acusarán de que les estás atacando “lo dices para fastidiarme/hacerme daño”. En el caso de sentirse acorralados/as, utilizarán el llanto en plan drama queen/king para hacer que te calles.
3. Consiguen que los demás se sientan culpables
Es un método estupendo para manipular a los demás a través del chantaje emocional. Como ellos/as son unas pobres víctimas, los demás tienen el deber de ayudarles en todo y si esto no ocurre, responden con una gran tristeza o resentimiento (al estilo tragicomedia) «no me entiendes, eres un/a egoísta, ahora aun me siento peor, snif, snif». Y tú ¿qué haces? Te sientes culpable y cedes one more time.
Suelen hacer muchos sacrificios por los demás, se lo pidas o no. Pero no al estilo buen samaritano, su objetivo no es ayudarte sino que sientas que estás en deuda con ellos/as y regodearse de lo buenas personas que son.
-«Muchas gracias por ir a buscar esto, pero de verdad que no hacía falta, ya lo iba a coger yo mañana de paso que iba al supermercado».
–«Ah, muy bien, después de hacer 50 kilómetros e ir a propósito a Vilalba, con la de cosas que tengo que hacer ¿así me lo agradeces?».
-«Si te lo agradezco, te acabo de dar las gracias pero solo te digo que no era necesario, que no me corría prisa».
–«Está claro que no sabes agradecer nada ni valorar lo mucho que me esfuerzo».
Un problema que puede convertirse en eterno
Como hemos visto, a las personas victimista les encanta llamar la atención, regodearse en todos sus males y recordarte lo mucho que sufren. Pero ¿y tú? ¿Vas a continuar perdiendo tu tiempo y energías escuchando sus lamentaciones, cargando con la responsabilidad y culpa de sus desgracias? No pierdas de vista que solo pueden manipularte si tú entras en su juego.
Para aludidos/as (que los habrá…)
Es más fácil ser una víctima y culpar a los demás de tus problemas porque así no tienes que asumir la responsabilidad de las consecuencias de tus decisiones y actos. Pero creo que ha llegado el momento de decidir, ¿vas a ser la víctima o el/la protagonista de tu vida?
El mundo no conspira en contra tuyo/a, la humanidad no te odia, no eres un/a incomprendido/a y la gente no respira para fastidiarte el día. Si piensas que tienes un problema (o muchos), la solución no va a llegar sola a llamarte a la puerta entre quejido y quejido. Puede que hayas tenido problemas, no digo que no, pero te has convertido en el/la verdugo de tu presente. Si tanto sufres, pide ayuda para aprender a afrontar los problemas y las relaciones personales (sobre todo las afectivas) de un modo más saludable.
Bibliografía
Psicólogo Lugo
Janet Díaz