El polígrafo indica que la persona miente.
El polígrafo indica que la persona dice la verdad.
Estaría genial poder determinar la honradez de una persona solo con conectarla a un artilugio lleno de cables, ¿verdad? Pero hay un problemilla a tener en cuenta, los «detectores de mentiras» no existen.
Qué es y cómo funciona un polígrafo
El polígrafo es un aparato que registra las alteraciones de varias medidas fisiológicas en un determinado lapso de tiempo. Las más habituales son:
- Frecuencia cardíaca.
- Presión sanguínea.
- Respiración.
- Conductividad de la piel (sudoración).
La prueba consiste en registrar durante una o dos horas los cambios que se dan en la persona evaluada cuando responde a una serie de preguntas.
¿Cómo se supone que detecta las mentiras?
Mentir desencadena una serie de respuestas involuntarias que el polígrafo pretende medir.
¿Por qué no funciona?
Porque el polígrafo no detecta mentiras, solo detecta los supuestos cambios que se producen cuando se miente. Y un detallito sin apenas importancia: no existe ningún patrón de respuestas fisiológicas que se puedan relacionar directamente con la mentira y, por tanto, el engaño no puede ser medido. Además no debemos olvidar que no todas las personas experimentan las mismas respuestas cuando engañan. Hay gente que ni se inmuta al contar trolas como catedrales y, en cambio, otros experimentan alteraciones fisiológicas con gran intensidad con cualquier mentirijilla.
Además, hay muchísimas causas por las que se puede producir un cambio en el ritmo cardíaco, respiratorio, en la presión de la sangre o en la sudoración. El mero hecho de someterse a un examen poligráfico, por ejemplo, puede provocar mucha ansiedad. Sería algo parecido al «síndrome de la bata blanca» que muchas personas sufren cuando van al centro de salud a medirse la tensión y esta aumenta por el nerviosismo que les genera el posible resultado o los/as enfermeros/as, ATS o médicos/as.
Fiabilidad del polígrafo
Uno de los últimos informes científicos afirman con rotundidad que “las pruebas poligráficas son completamente inválidas como instrumento diagnóstico para determinar la verdad”.
Aproximadamente de cada 100 personas que se someten al polígrafo y no mienten:
- 50 de ellas van a ser identificadas como individuos que dicen la verdad.
- Los otros 50 individuos honestos van a ser tachados de mentirosos.
Estas cifras son prácticamente iguales a las observadas al arrojar una moneda al aire. Si sale cara, miente. Si sale cruz dice la verdad.
Cómo trampear la prueba poligráfica
Está claro que el polígrafo detecta a con precisión los cambios fisiológicos, pero lo que no puede hacer es determinar a que se deben. ¿Se me acelera el corazón porque miento, porque me importa mucho que sepan que digo la verdad, porque recuerdo una situación muy embarazosa, porque tengo miedo a que me juzguen injustamente, porque estoy nerviosa o por mil y un motivos más?
En España la prueba del polígrafo no se admite (afortunadamente) como prueba de cargo que sirva para condenar a alguien, pero si por un casual estás pasando unos días en Estados Unidos y alguna agencia federal como el F.B.I. o la C.I.A. te somete al polígrafo, aquí van unos consejitos para que superes la «prueba de la verdad» (también te pueden servir si eres un/a personajillo/a de esos a los someten al detector de mentiras en el Sálvame Deluxe):
- Muérdete la lengua cada vez que te hagan una pregunta. Así conseguirás aumentar tu ritmo cardíaco, respiración y respuesta galvánica tanto en las preguntas control como en las preguntas relevantes. Digas la verdad o mientas, tu respuesta fisiológica será siempre la misma así que: «dice la verdad».
- Tómate algún tranquilizante, de este modo tu respuesta emocional será más uniforme ante las preguntas y no habrá cambios físicos relevantes: «el/la sospechoso/a dice la verdad».
- Mete una chincheta o piedrecilla puntiaguda en el zapato y clávatela cada vez que respondas a una pregunta, así todas tus respuestas tendrán una alteración similar: «dice la verdad».
Fíjate que fiable es el polígrafo eh…
Bibliografía
Alonso-Quecuty, M.L. (1993): Información post-evento y reality monitoring: Cuando el testigo «no puede» ser honesto. En M. DIGES y M.L. ALONSO-QUECUTY: Psicología forense experimental. Valencia: Promolibro.
National Academy of Sciences. 2003. The Polygraph and Lie Detection, Committee to Review the Scientific Evidence on the Polygraph. The National Academies Press, Washington, D.C.
Psicólogo Lugo
Janet Díaz